Evangelio domingo 26 de marzo

Domingo 26 de marzo de 2023 | Juan Francisco Bravo

26 DE MARZO DEL 2023

Evangelio según San Juan capítulo 11, 1 – 7. 20 – 27. 33b 45

Domingo Quinto de Cuaresma

Había un hombre enfermo llamado Lázaro, que era de Betania, el pueblo de María y Marta, sus hermanas. María era la misma que ungió con perfume al Señor, y le secó los pies con sus cabellos. Las dos hermanas mandaron a decirle a Jesús: «Señor, tu amigo querido está enfermo». Cuando Jesús oyó esto, dijo: «Esta enfermedad no terminará en muerte, sino que es para la gloria de Dios, para que por ella el Hijo de Dios sea glorificado». Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. A pesar de eso, cuando oyó que Lázaro estaba enfermo, se quedó dos días más donde se encontraba. Después dijo a sus discípulos: Volvamos a Judea. Cuando Marta supo que Jesús llegaba, fue a su encuentro; pero María se quedó en la casa. —Señor —le dijo Marta a Jesús—, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. Pero yo sé que aun ahora Dios te dará todo lo que le pidas. —Tu hermano resucitará —le dijo Jesús—Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día final —respondió Marta. |Entonces Jesús le dijo:—Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí vivirá, aunque muera; 26 y todo el que vive y cree en mí no morirá jamás. ¿Crees esto? —Sí, Señor; yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que había de venir al mundo.. Al ver llorar a María y a los judíos que la habían acompañado, Jesús se turbó y se conmovió profundamente. —¿Dónde lo han puesto? —preguntó. —Ven a verlo, Señor —le respondieron. Jesús lloró.—¡Miren cuánto lo quería! —dijeron los judíos. Pero algunos de ellos comentaban: —Este, que le abrió los ojos al ciego, ¿no podría haber impedido que Lázaro muriera? Conmovido una vez más, Jesús se acercó al sepulcro. Era una cueva cuya entrada estaba tapada con una piedra.—Quiten la piedra —ordenó Jesús. Marta, la hermana del difunto, objetó: —Señor, ya debe oler mal, pues lleva cuatro días allí. —¿No te dije que si crees verás la gloria de Dios? —le contestó Jesús. Entonces quitaron la piedra. Jesús, alzando la vista, dijo: —Padre, te doy gracias porque me has escuchado. Ya sabía yo que siempre me escuchas, pero lo dije por la gente que está aquí presente, para que crean que tú me enviaste. Dicho esto, gritó con todas sus fuerzas: —¡Lázaro, sal fuera! El muerto salió, con vendas en las manos y en los pies, y el rostro cubierto con un sudario. —Quítenle las vendas y dejen que se vaya —les dijo Jesús. Muchos de los judíos que habían ido a ver a María y que habían presenciado lo hecho por Jesús creyeron en Él.

Meditación de Juan Francisco Bravo Collado

Jesús quería mucho a María, Marta y a Lázaro

Pareciera que Jesús me dice: "¡Yo quiero a mis amigos! Me da tanta rabia cuando los cristianos basan su fe en una imagen muerta. Me apena que no se preocupan por conocerme a mí. Pareciera que muchos creyeran que soy una estatua en un altar o una impresión en una estampa. ¡No es así! Yo soy la Resurrección y la Vida, no una imagen colgada en una pared. Tengo amigos y vivo mi amistad. Estoy en la eucaristía para ustedes, y hablo en la oración. El fruto del Espíritu Santo es la comunión conmigo y con mi Padre. Yo quiero invitarlos a ser amigos míos, a rezar, a vivir el día a día conmigo."

Me siento afortunado y contento, porque realmente me siento amigo de Jesús. Y gran parte del mérito está en Schoenstatt Vivo, que me 'obliga' a meditar semana a semana. ¡Estas meditaciones me acercan tanto a Jesús! En ellas puedo conversar con él, discutir, contarle mis cosas. Hay momentos de enojo y de frustración, hay momentos de humor y de risa, hay momentos de camaradería y compromiso. Rezar con el método del P. Kentenich, con la lectio Divina schoenstattiana, me ayuda a tener una relación personal con Jesús. Me ayuda a que mi oración toque mi vida.

¡Gracias por estar conmigo, Jesús! Gracias por haberme dado la oportunidad de aprender a meditar. Me siento afortunado porque, de esta forma, he podido compartir contigo y ser tu amigo. Gracias por todas las personas que me han acercado a Ti, especialmente mis amigos que me enseñaron este método. Gracias por estar en la Eucaristía. Gracias por todos los sacramentos que regalas as a través de tu Iglesia, en los cuales te acercas a mí, en unión con el Padre y el Espíritu Santo. Gracias por el regalo que me has dado de hacer estas meditaciones.

AMÉN

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