Evangelio martes 10 de octubre

Martes 10 de octubre de 2023 | Juan Enrique Coeymans

10 de octubre del 2023

Evangelio según Lucas capítulo 10, 38-42

Martes vigésimo séptima semana del Tiempo ordinario

En aquel tiempo, entró Jesús en un poblado, y una mujer, llamada Marta, lo recibió en su casa. Ella tenía una hermana, llamada María, la cual se sentó a los pies de Jesús y se puso a escuchar su palabra. Marta, entre tanto, se afanaba en diversos quehaceres, hasta que, acercándose a Jesús, le dijo: "Señor, ¿no te has dado cuenta de que mi hermana me ha dejado sola con todo el quehacer? Dile que me ayude". El Señor le respondió: "Marta, Marta, muchas cosas te preocupan y te inquietan, siendo así que una sola es necesaria. María escogió la mejor parte y nadie se la quitará".

Meditación de Juan Francisco Bravo Collado

"La mejor parte, que no le será quitada"

Es como si Jesús me dijera: "A veces te asalta la tentación de unirte a Marta en su queja. Te gusta sentirte ocupado y útil. Hoy te quiero invitar a ocuparte en aquello que es lo más importante: el principio y fundamento de la vida del hombre. En aquello que va a construir una riqueza más valiosa que un ahorro, una empresa o algunas propiedades. Trabaja, como María, la hermana de Marta. Porque ella no estaba descansando, sino que estaba ocupada en lo mejor. Trabaja duro... en tu amor por Mí. Trabaja duro... en tu organismo de vinculaciones. Esa es la verdadera riqueza que va a quedar por generaciones y generaciones."

Estos días he estado ocupado en organizar mejor mi dinero y mi trabajo. El fruto de mi esfuerzo. Quiero construir algo que dure. Y me he sentido amenazado, incierto, asustado. Entonces aparece este texto que muestra cuál es la riqueza que puedo dejar a mis hijos. Que no importa lo que pase, porque los ciclos económicos son parte del juego... y que lo que puedo hacer yo es trabajar en aquello que me da la verdadera riqueza. Por eso, ahora, mientras rezo, no puedo menos que emocionarme. Tengo la mejor parte y no me será quitada.

Jesús: gracias por tu amor. Gracias por sentarte y hablarme con tanta fuerza y claridad cuando otros creen que trabajan en lo importante. Quiero construir tu reino, Señor. Quiero trabajar en tu viñedo. Quiero gastar mi sudor y mi esfuerzo en mi relación contigo. Veo con claridad tu rostro en mis hermanos, especialmente los más cercanos: mi mujer, mis hijos, mis amigos. Qué bueno y cariñoso eres, Señor, que me pones gente así de maravillosa en el camino. Gracias por la riqueza que me das a borbotones. Gracias por traerme a esta tierra donde mana leche y miel. Ayúdame a poner el foco en lo que me sea de mayor provecho.

AMÉN

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