Evangelio martes 3 de octubre

Martes 3 de octubre de 2023 | Juan Enrique Coeymans

3 de octubre del 2023

Evangelio según San Lucas capítulo 9, 51 - 56

Martes de la décimo sexta semana del Tiempo Ordinario

Cuando estaba por cumplirse el tiempo de su elevación al cielo, Jesús se encaminó decididamente hacia Jerusalén y envió mensajeros delante de él. Ellos partieron y entraron en un pueblo de Samaría para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron porque se dirigía a Jerusalén. Cuando sus discípulos Santiago y Juan vieron esto, le dijeron: "Señor, ¿quieres que mandemos caer fuego del cielo para consumirlos?". Pero él se dio vuelta y los reprendió.
Y se fueron a otro pueblo.

Meditación de Juan Enrique Coeymans Avaria

"Pero él se dio vuelta y los reprendió. Y se fueron a otro pueblo".

Pareciera que el Señor nos dice: ustedes mis discípulos tenían la impetuosidad juvenil ante las dificultades o los problemas que se nos suscitaban en el camino a Jerusalén. Pero Yo tenía otros planes, otros acercamientos a los problemas que aparecían y no era la respuesta que el Padre deseaba. Lo primero es ser fiel a los deseos de mi Padre, lo segundo no caer en la instintividad para responder a quienes no nos reciben o rechazan, y finalmente seguir derecho hacia Jerusalén donde estaría la consumación de mi tarea como Hijo del Padre.

No puedo negar que en mi vida muchas veces me he sorprendido tratando de responder a los problemas al igual que los discípulos en este Evangelio. La rabia, la frustración y el desaliento ante las dificultades han sido la respuesta que me ha surgido. Pero ahí me detengo y en vez de maldecir a los que no nos acogen, simplemente miro hacia adelante y trato de calmarme y decirme con humildad al igual que Pedro: Señor solo Tú tienes palabras de vida eterna, y lo que Tú decidas lo seguiré.

Querido Señor Jesús, te adoro en silencio como mi Dios y Redentor. Una sola cosa te pido: abre mis ojos al querer del Padre. Dame fuerzas para seguirte y hacer lo que Tú me indiques. Moldea mi corazón como un corazón de hijo: pon en mi corazón la conciencia de que Tú y el Padre y el Espíritu Santo me quieren con un amor infinito y fiel. Señor Jesús, te doy gracias porque me esperas siempre como al hijo pródigo a pesar de mi pequeñez y miseria. Te adoro en silencio.

AMÉN

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