Evangelio domingo 10 de marzo

Domingo 10 de marzo de 2024 | Juan Francisco Bravo

10 de marzo de 2024

Evangelio según San Juan 2, 13-25

Cuarto domingo de Cuaresma

En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: «Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. Porque tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios. Este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal detesta la luz, y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras. En cambio, el que obra la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios».

Meditación de Juan Enrique Coeymans Avaria

"Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo"

Pareciera que el Señor Jesús nos dice: Siempre en la vida de ustedes aparecerá la contradicción entre Yo juzgando y Yo salvando. La solución a estos pensamientos contradictorios no consiste en llegar a una transacción entre ellos, sino optar por lo que Yo les he dicho en mis años de predicación y sanación. Yo he sido claro y taxativo. Por eso la tarea de ustedes es poner en sus corazones las palabras mías que no son para atemorizar, sino para confiar en Mí, en el amor infinito del Padre y en la fuerza esplendorosa del Espíritu Santo. Fíjense siempre en lo que digo Yo, y si bien el respeto a la Trinidad es necesario, por sobre todas las cosas, lo que más debe suceder en ustedes es saberse amados por la Trinidad.

En medio de esta Cuaresma es importante que revise mi vida a la luz del amor que me tiene la Trinidad. Y no debe mirarse la revisión, como solo detenerse en los pecados y miserias con que uno puede ofender a Dios, sino en un ejercicio cotidiano de la conciencia de saberse amado. No detenerse en lo sucio y miserable, sino en la luz que está en nuestra compañía. La cuaresma es tiempo de renovar la infancia espiritual, en que miremos al Señor crucificado pero que dio su vida por mí. Así de grande es el amor trinitario que se despliega en la vida diaria, en el amor y servicio a los demás. Esa es la respuesta al amor con que nos quieren.

Querido Señor Jesús, te adoro humildemente, te pido perdón por mis infidelidades. No quiero quedarme en ellas sino en fidelidad tuya, Señor. Es tu amor y la conciencia de ese amor lo que debo inscribir en mi corazón a sangre y fuego. Es tu amor lo que debo tener grabado en mi vida cotidiana. Señor, te doy gracias por tu amor. Dame fuerza para serte fiel hasta en las más pequeñas tentaciones, y que solo viva de la conciencia de tu amor. Te pido de todo corazón que me regales la luz que surge de tu compañía. Que no se apague esa luz resplandeciente que está en todas las ocasiones en que amamos y servimos a todas las personas. Y que te diga frecuentemente bendito y alabado seas Señor Crucificado, ahora y por los siglos de los siglos.

AMÉN

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