Evangelio lunes 1 de enero

Lunes 1 de enero de 2024 | Bernardita Marín Paul

1 de enero de 2024

Evangelio según San Lucas capítulo 2, 16-21

Festividad de Santa María, Madre de Dios

En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo hacia Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que les habían dicho los pastores. María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Y se volvieron los pastores dando gloria y alabanza a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho. Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.

"Volvieron los pastores dando gloria y alabanza a Dios"

Creo que el Señor me quiere decir, así comenzó mi historia en la Tierra, en Belén, hijo de María y José, y recostado en un pesebre. Para conocerme, acércate a esta parte de mi historia y verás puntos clave para estar conmigo, como si me acompañaras desde aquel día. Día feliz, glorioso, con mi Madre y mi Padre. Todos acudían expectantes, contentos, a visitarme, era un lugar muy sencillo, privado y acogedor. Mi Madre plena, silenciosa, comprendiendo la magnitud de los acontecimientos.

Me trae tanta tranquilidad, alegría y paz, conocer cómo y dónde nació Nuestro Señor, Rey de Reyes. Eligió nacer de una mujer y en un establo, en donde viven los animales, ese era su lugar, Él no está sobre nadie, lo conoce todo, pero con su presencia todo adquiere dignidad y brillo, ya nadie queda triste, sino lleno de felicidad, todo se transforma. Su humildad nos da la clave, a futuro, para verlo y acercarnos a Él. Ser humilde me permite reconocerlo, y ver como obra en los que lo necesitan y lo buscan con esa misma humildad.

Señor, vuelvo a introducirme en tu nacimiento, esto me llena de esperanza de un mundo más humano, simple y mejor, en que todos pueden acercarse a ti. Tu Madre María llena de madurez, serenidad y amor, ilumina mis actos como madre y mujer. Permite, desde la humildad conocerte así, necesitado, débil y grande, majestuoso y todopoderoso. Gracias por dejarnos a tu Madre, que me cobija, calma y da fuerza a mi vida. Que así sea.

AMÉN

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